EL IPROSS Y EL MALTRATO HACIA LOS AFILIADOS

Las interminables y tortuosas situaciones que deben enfrentar los afiliados con enfermedades crónicas o de gravedad, ya sobrepasa el aguante físico del propio afectado y el de los familiares que ya no saben como hacer para obtener, en muchos casos, la medicación que deben tomar de por vida, la cual se la retacean administrativamente o les piden constantemente historias clínicas, cuando ya está determinado que la enfermedad es crónica. Y para colmo de males, un empleado de IPROSS en Allen le dice a un enfermo crónico que tramita la obtención de su medicación,  ‘no pude enviar esto porque tengo cosas más importantes que hacer’...

Ni bien la allense Florencia Barrera publicó lo siguiente en su muro de Facebook, no paró la gente de aportar historias similares en torno al IPROSS y lo que padecen los afiliados (empleados públicos en su mayoría) , quienes ni siquiera pueden salir de la misma y deben aguantar situaciones como la descripta a continuación:

"IPROSS JUEGA CON LA SALUD DE SUS AFILIADOS"

"Lamento expresar que la obra social del estado carece de una atención cálida y ‘saludable’ para sus afiliados. La apatía abunda en las oficinas de Allen y es repartida en grandes dosis a los beneficiarios, perdón… a los esclavos del IPROSS. Mi madre trabaja hace 25 años en el Hospital Ernesto Accame y padece hace más de 30 de una enfermedad crónica, es decir, que la va a acompañar hasta el último día de su vida. Sufre de hipoparatiroidismo, una deficiencia en la absorción del calcio que le provoca intensos calambres (denominados tetania). Además, hace algunos meses se le diagnosticó celiaquía de grado 4.

"A pesar de que cuenta con un plan crónico de IPROSS, debe afrontar numerosas dificultades para acceder a su medicación. El personal allense le solicita con frecuencia resúmenes de historia clínica para conocer su condición. Parece que no entienden que si tiene un plan crónico es porque su condición no va a mejorar ni llegará una cura milagrosa de hoy para mañana. El resumen que su médica endocrinóloga le haga hoy, será seguramente el mismo en unos meses. Es bastante parecido al primero que le hicieron en 1981. Y eso lo confirman los doctores que auditan para la obra social. Si no les creen, podrían ‘googlearlo’ en uno de esos tantos momentos en los que usan Internet".

"A pesar de ser simples empleados administrativos de IPROSS, se creen capaces de regular ellos cuánta medicación debe tomar mi mamá y con qué frecuencia. Ignoran el detalle médico y restringen autorización de remedios vitales para su enfermedad. En más de una ocasión, mi mamá debe recurrir a sus compañeros de trabajo, para que “le pasen” como propia una receta. Y pagarla sin el descuento del plan crónico. Como si fuera poco, la obra social le rechaza análisis de sangre que son absolutamente comunes. Todo debe abonarse a precio de lista en el laboratorio bioquímico. ¿Por qué razón? Desinterés, poca empatía, desidia, burocracia. Pónganle ustedes el adjetivo que les cierre".

"Realmente, es incompresible que tengan estas actitudes con gente que no va por gusto a la oficina. Va a verles la cara porque es la única manera de acceder al beneficio de salud que abona cada mes, con el importante descuento que se hace en su salario. Los estatales no pueden renunciar a IPROSS y elegir una prepaga, por ejemplo. Como dije, son esclavos de la mala atención. Y de la mala cara de la señora de turno, que con soberbia explica que no llama a Viedma por los trámites presentados porque “tiene cosas más importantes que atender”.

Para quien está enfermo, no hay nada más importante que su salud. Y para su familia más aun. Ojalá a la “señora” esta nunca le toque tener una enfermedad así de por vida. Ojalá nunca le toque ver el rostro de su madre inundado por el dolor de los calambres en todo el cuerpo. Y ojalá que si le sucede, no esté afiliada al IPROSS."

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