Las últimas observaciones de la misión Cassini,
presentadas ayer por la NASA, revelan que en Encélado hay fuentes de energías
bajo la superficie.
La pequeña luna Encélado de Saturno tiene los
ingredientes necesarios para que haya vida en su océano interior, según nuevas
observaciones de la misión Cassini que la NASA presentó ayer.
Cassini ya había descubierto, desde que empezó a
explorar Saturno y sus lunas hace doce años, que Encélado tiene agua líquida
bajo su superficie y moléculas adecuadas para la química de la vida. Pero
faltaba el tercer ingrediente, que se identificó ahora: fuentes de energía
interna suficientes para sustentar un ecosistema.
El descubrimiento, que se presenta esta semana en
la revista Science, confirma a Encélado como uno de los principales candidatos
del sistema solar a albergar vida extraterrestre. La vida en Encélado, si
existe, sería comparable a la que prolifera en la Tierra junto a las fuentes
hidrotermales del fondo de los océanos. Sería un tipo de vida que no se
alimenta de la energía que viene del Sol sino de la energía que emana del
interior del astro.
Los científicos de la misión Cassini no detectaron
directamente las fuentes de energía internas de Encélado. Dedujeron su
existencia de manera indirecta a partir del material que la luna de Saturno
envía al espacio por los géiseres de su polo sur.
La nave pasó a través de este material el 28 de
octubre del 2015 para analizar su composición. “El penacho de material contiene
los rastros químicos de la interacción entre el agua y la roca que se produce
en el fondo del océano", escriben los investigadores en Science. Encélado
emite al espacio hidrógeno que se forma en el fondo de su océano
Cassini, una misión liderada por la NASA que cambió
la visión de Saturno y sus lunas, visitó Encélado en 21 ocasiones desde el
2005. Cuando se inició la misión, se esperaba que la luna más interesante del
sistema planetario sería Titán. Con un tamaño suficiente para retener una
atmósfera, Titán parecía el único satélite de Saturno capaz de sustentar
reacciones químicas con moléculas orgánicas –las moléculas en las que se basa
la química de la vida-. De ahí que Cassini transportara hasta Titán la sonda
Huygens de la Agencia Espacial Europea, que encontró un mundo oscuro, siempre
envuelto en nubes, con lagos de hidrocarburos a los que no llega la luz del
Sol, pero donde tal vez no sea imposible la vida.
Sin embargo, Encélado, que apenas tiene 500
kilómetros de diámetro y una superficie completamente cubierta de hielo, le
robó el protagonismo a Titán y hasta a Saturno. La pequeña luna se convirtió en
la joya de la misión, la que ofreció los descubrimientos más inesperados y
estimulantes. “Esta luna captó el máximo interés desde que se observaron los
géiseres de vapor de agua que salían de su superficie”, explica Kike Herrero, astrofísico
del Institut de Ciències de l’Espai (IEEC-CSIC) y de Celístia Pirineus.
En la Tierra, el hidrógeno aporta la energía que
sustenta ecosistemas submarinos en las fuentes hidrotermales. Cassini pasó a
través de estos géiseres en ocho ocasiones a lo largo de once años para
analizar cómo son y deducir cómo es el interior de Encélado. En su última
visita al satélite, la nave pasó a sólo 49 kilómetros de la superficie, más
cerca que en cualquier visita anterior, y sobrevoló las llamadas rayas de tigre
del sur del satélite.
Fue una visita fugaz. A la velocidad a la que vuela
Cassini, de 8,5 kilómetros por segundo respecto a la superficie de Encélado,
dispuso de pocos segundos para recoger datos. Los instrumentos de la nave se
habían configurado para priorizar el análisis del material emitido por los
géiseres, prestando especial atención a las moléculas de hidrógeno –formadas
por dos átomos-, que en la Tierra se producen en las fuentes hidrotermales por
la interacción del agua con las rocas.
Tal como se esperaba, el material de los géiseres
está compuesto mayoritariamente por agua, que representa entre un 96% y un 99%
de las moléculas emitidas. Según los resultados presentados en Science, también
contiene pequeñas cantidades de dióxido de carbono (entre 0,3% y 0,8%), metano
(0,1%-0,3%), amoníaco (0,4%-1,3%) y –el resultado más importante– hidrógeno
molecular (0,4%-1,4%).
“El hallazgo de hidrógeno molecular reaviva aún más
el interés por Encélado como escenario para la posible presencia de vida porque
es uno de los ingredientes que utilizan para obtener energía los
microorganismos que viven en la Tierra en las profundidades de los océanos,
adonde no llega la luz del sol”, destaca el astrofísico Kike Herrero. Tras
analizar distintas hipótesis para explicar el origen del hidrógeno, los
investigadores de la misión Cassini concluyen que tiene que proceder de la
interacción entre el agua y las rocas en el fondo del océano de Encélado.
En la Tierra, el hidrógeno que se forma en las
fuentes hidrotermales sustenta los ecosistemas que evolucionan allí. Concretamente,
la reacción del agua con algunos minerales hace que se separe el átomo de
oxígeno (O) de los dos de hidrógeno (H2) en algunas moléculas de agua (H2O).
Esto permite a algunos microorganismos aprovechar
las moléculas de hidrógeno. Combinándolas con dióxido de carbono (CO2), pueden
formar metano (CH4) y –un detalle esencial- obtener energía de la reacción. La
obtención de energía a partir del hidrógeno es utilizada por algunas de las
formas de vida más antiguas de la Tierra.
El descubrimiento de que también se produce
hidrógeno molecular en el fondo del océano de Encélado plantea la hipótesis de
que podría haber ecosistemas allí como los hay en las fuentes hidrotermales de
la Tierra.
Las últimas observaciones de Cassini en Encélado
“representan un avance importante para evaluar la habitabilidad” del satélite,
sostiene Jeffrey Sewald, geoquímico de la Institución Oceanográfica de Woods
Hole en Massachusetts (EE.UU.) que no participó en la investigación, en un
artículo de opinión publicado en Science. Pero “sigue habiendo muchas preguntas
abiertas”, advierte.
Las respuestas a estas preguntas tardarán en
llegar. La nave Cassini, que este año concluye su misión, ya no regresará a
Encélado para estudiar sus géiseres ni explorar su interior. Por ahora no hay
ninguna misión aprobada para volver allí.
La NASA y la Agencia Espacial Europea diseñaron en
la década pasada una misión conjunta para continuar la exploración de Titán y
Encélado, pero la desestimaron para viajar antes a Júpiter y sus lunas. Investigadores
del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California)
propusieron tres posibles misiones a Encélado desde el 2010 pero no han
recibido financiación por ahora. Tampoco la obtuvo un equipo del Centro
Aeroespacial Alemán que propuso situar una nave en órbita alrededor del astro y
hacer aterrizar una sonda en su superficie.
Pero después de los resultados obtenidos por
Cassini, es sólo cuestión de tiempo que se apruebe una misión a Encélado.
“Futuras misiones para explorar océanos más allá de la Tierra responderán a
muchas de las preguntas que ahora están abiertas”, vaticina Sewald.
PUBLICADO EL
14-04-2017
POR
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