Aunque el fútbol continúa siendo un ámbito
mayoritariamente machista, en el último tiempo las mujeres comenzaron a ganarse
su lugar. A tal punto que la Conmebol, en las próximas ediciones de la Copa
Libertadores y Copa Sudamericana, le exigirá a los clubes que tengan un plantel
femenino para poder participar de estas competencias.
Dentro del país, uno de los elencos más ganadores
es River, vencedor en 10 ocasiones del título local. Dentro del plantel
millonario se destaca la presencia de Camila Gallea, una joven que pudo ser
modelo pero que apostó por su pasión por la pelota.
"Cuando tenía 15 años mi mamá quería que fuera
modelo y me anotó en un desfile. Durante esa semana traté de cuidarme en los
partidos no yendo a trabar fuerte ni tirarme al suelo a barrer y no funcionó…
Tenía todas las piernas raspadas y con moretones. Cuando me tocó desfilar, la
verdad que pasé una vergüenza terrible y ahí mi mamá aceptó que lo mío era el
fútbol y no una pasarela", relata esta férrea defensora del cuadro de
Núñez.
La pasión de Cami por el fútbol nació de chica, en
su infancia en su Córdoba natal. "A los 10 años, jugaba en el famoso
playón de la Avenida Capdevila y la gente se sorprendía que jugara con los
varones y al mismo nivel que ellos". Y luego, detalló: "Es más, les
pegaba a todos. Incluso me iban a buscar para jugar a mí y no a mi hermano".
"A los 14 años me llaman para jugar en la
selección de Córdoba y tuve un paso por Instituto. Después volví al club que me
vio crecer como futbolista. Así tuve tres años con el seleccionado entrenando
con jugadoras de un gran nivel y viajando a jugar los Juegos Binacionales",
comentó Gallea, quien también fue citada a la Selección Sub 20, pero debido a
una lesión quedó afuera del Sudamericano.
Defender la camiseta Albiceleste le abrió las
puertas de Boca, una experiencia que no terminó siendo positiva para la marcadora
central: "Me salió la posibilidad, me ofrecían departamento, comida y un
viático. Sin dudarlo acepté probar esta experiencia y seguir creciendo. Estuve
un año y medio, en donde no pude debutar en el torneo y por problemas con el
cuerpo técnico y con la dirigencia decidí dar un paso al costado y volverme a
Córdoba".
Igualmente, Camila cuenta que a la semana recibió
un llamado que le cambió la vida: ir a River. "Se me dió todo redondito.
Fui a ver un entrenamiento y la verdad que fue totalmente diferente a lo que
vivía en Boca. Las chicas me recibieron muy bien y la forma de entrenar y cómo
se manejaban era muy diferente. No dudé en quedarme y volver a probar suerte.
Pude debutar al poco tiempo y jugando todos los partidos de titular".
"Si me tengo que definir como jugadora diría
que soy rústica, por suerte crecí muchísimo estos años futbolísticamente y hoy
me considero una defensora completa, aguerrida en la marca como el famoso dicho
'pasa la pelota o el jugador' y con buen pie cuando se puede salir
jugando", se descubrió la joven de 22 años.
Además de la extención del fútbol femenino en
Argentina, otros países están dando pasos hacia adelante, como Colombia, que
profesionalizó su liga; mismo paso que seguirán Venezuela y México a partir del
próximo año.
Igualmente, Gallea esboza que aún falta avanzar en
el plano local: "Acá en Buenos Aires no se puede vivir del fútbol. Te
brindan un viático por mes, y ahora en mi caso me becaron y estoy estudiando
periodismo deportivo en el instituto de River". Sin embargo, argumentó:
"Me considero una jugadora profesional porque entrenamos a la par de un
jugador de Primera, con la misma exigencia y los entrenamientos. Tenemos
nutricionistas, kinesiólogos y psicólogos que están a cargo del fútbol
femenino".
"Ahora aspiro poder jugar en el exterior o en
Europa y poder vivir del fútbol. Ojalá algún día pueda se nos de la importancia
como en otros países y se nos pague como corresponde", concluyó Camila,
quien desoyó el deseo de su madre de verla por las pasarelas para perseguir su
sueño pateando una pelota.
PUBLICADO EL
29-04-2017
POR INFOALLEN
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DEPORTES