En el regreso del ‘Apache’ a los superclásicos, el equipo de Gallardo
se quedó con el primer duelo del año. Con un gol de Borré, supo justificar la
ventaja ante un Boca al que le faltó fútbol.
De un lado faltaron los colombianos y Pablo Pérez, lesionado. Del otro
quedaron afuera los nuevos refuerzos, Franco Armani y Lucas Pratto. Sacando
esas bajas, Guillermo Barros Schelotto y Marcelo Gallardo pusieron lo mejor que
tenían disponible para el primer superclásico del año, este amistoso que se
presentó como la antesala del choque que sostendrán el próximo 14 de marzo por
la final de laa Supercopa Argentina. Y en este Súper en Mardel que le bajó el
telón a los amistosos veraniegos, River se quedó con un triunfo merecido.
Boca salió a la cancha con un 4-3-3, el módulo táctico que más le
gusta a Guille. Pero el sistema falló no por el dibujo en sí sino por los
intérpretes. Tener a Buffarini y a Nández como interiores (Chicco fue el
volante central) fue la consecuencia del casi nulo volumen de juego del equipo
a lo largo del partido. Con tantos corredores en la formación (ellos dos más
Espinoza, Pavón y los laterales), a Boca le faltó un jugador pensante capaz de
construir juego, de generar fútbol. Tevez, en su rol de falso 9, intentó
retroceder para juntarse con sus compañero pero no aportó en la elaboración ni
tuvo socios para la descarga o jugadores capaces de romper para aprovechar los
espacios que su retroceso podía generar en la última línea rival. Paradójicamente,
Boca no aprovechó la condición de llegadores que tienen Buffarini y Nández, los
elegidos del Melli para este Súper.
River, con un 4-2-2-2 flexible y con sus volantes rotando en forma
permanente, fue la antítesis: contó con jugadores más pensantes que corredores
en cancha pero careció de la movilidad necesaria como para provocar huecos en
el fondo del equipo contrario. Tampoco, al igual que Boca, tuvo jugadores que
rompieran líneas, como podía serlo Enzo Pérez. Así, la posibilidad de generar
superioridad numérica en el último tramo del campo se volvió una misión
imposible.
Intenso, disputado como si fuera un partido oficial, al superclásico
le faltaba juego y el empate parecía lo más justo en esos 45 minutos iniciales.
Hasta que Borré inventó una jugada de otro partido. Se aprovechó de un error de
Goltz que se dejó anticipar y del mérito de Scocco que le devolvió bárbara la
pared, además de la complicidad de Rossi que le dejó libre el primer palo para
que definiera.
Con el 1-0 y camino a los vestuarios, se especulaba con una reacción
de Boca en el complemento. Sin embargo, durante los primeros 15 minutos del
segundo tiempo se vio lo mejor de River, que hizo méritos como para meter el
segundo antes de que Boca mereciera el empate. De la mano de un Pity Martínez
que se encendió, el equipo de Gallardo manejó la pelota y arribó con peligro al
arco de Rossi al gozar de mayores espacios que brindaba un Boca que achicaba
hacia atrás y generaba que el equipo se hiciera demasiado largo y partido.
Con Saracchi clausurando su banda, con Ponzio haciendo los relevos a
la perfección y con los chispazos del Pity, River justificó el triunfo. Boca se
va con la preocupación no de la derrota en sí sino del funcionamiento. Guillermo
intentó modificar el rumbo con un cambio de nombres y de dibujo. Entró Wanchope
Abila por Chicco y Boca se paró 4-2-3-1, con Tevez detrás del ex Huracán. Y al
rato metió al pibe Maroni, una pasa en medio de tanta aceleración, para aportar
claridad en el toque por abajo. Pero a esa altura, River estaba bien parado
atrás y a Boca se le dificultó poder generar una chance clara ante Lux. Y así
se le fue el partido. River, se mostró más fuerte y se llevó un triunfo merecido.
PUBLICADO EL 22-01-2017
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