Un adolescente le pidió a un
amigo que mate a sus padres, quien ultimó con un hacha a los progenitores del chico, cuando estos dormían. “Yo te espero fuera. Cuando termines, me llamas”, le habría dicho el jovencito a su amigo.
Salvatore Vincelli, 59 años, y su
mujer Nunzia Di Gianni, 45, propietarios de un restaurante de Pontelangorino,
en la provincia de Ferrara, al norte de Italia, fueron encontrados muertos con
el cráneo destrozado. La entrada en la casa no había sido forzada ni había sido
robado el dinero ingresado en el restaurante.
Las sospechas cayeron de
inmediato en el hijo Riccardo, de 16 años, quien dijo haber pasado la noche con
su amigo Manuel, de 17 años. En menos de 24 horas, los adolescentes confesaron
el doble homicidio y permitieron que se encontrara en un canal, el arma del
delito: un hacha.
Riccardo Vincelli prometió al
amigo Manuel, ejecutor material del homicidio, 80 euros de inmediato y otros
mil después del asesinato.
El matrimonio se despertó en la
cama sin tiempo para reaccionar cuando vieron a Manuel, a quien conocían desde
niño, saltando sobre su cama con el hacha. Gritaron pidiendo ayuda al hijo
Riccardo. Pero éste se había puesto de acuerdo con Manuel, abriéndole la puerta
de la casa: “Yo te espero fuera. Cuando acabes, me llamas”, le dijo.
Cuando el juez, preguntó a
Riccardo porqué decidió el parricidio, el chico contestó que “mis padres me gritaban siempre. Discutíamos
continuamente por la escuela, querían que volviera a casa dentro de ciertos
horarios, me decían que si continuaba sin hacer nada en la vida a los 18 años
me habrían echado de casa…”.
La vida de los dos jóvenes se
reducía de pasar muchas horas jugando a la playstation, tardes enteras en el
bar charlando y fumando marihuana, en ocasiones aspirando cocaína. Así eran
todos los días de estos jovencitos italianos, ahora acusados por el homicidio
de Vincelli y Di Gianni.
PUBLICADO EL 15/01/2017
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