Las historias y mitos que circulan alrededor de los
cementerios suman un nuevo capítulo -con detalles poco felices y bastante
tétricos- que remiten al tráfico de cadáveres o a descuidos cargados de
desidia. Lejos de los secretos a voces con difícil comprobación, el caso de
Eduardo y su familia en la necrópolis local puede ser contado en primera
persona y se ha transformado en un expediente judicial.
Todo comenzó hace 55 años, cuando falleció Antíoco
Miguel Sini -uno de los tíos paternos de Eduardo-, cuyos restos han
desaparecido insólitamente de su tumba. Primero su cuerpo descansó en nicho
pero en 1983 pasó a una fosa que, en el transcurso de los años, fue abierta por
diversos motivos.
A pedido de los familiares, en 2005 se incorporaron
a la sepultura los restos de una beba fallecida de unos parientes cercanos.
“Era una recién nacida de una tía nuestra que nos pidió utilizar el espacio y
le dijimos que sí”, recordó Eduardo. En cuanto al cuerpo de su tío señaló: “Ahí
verificamos fehacientemente que estaba el cajón completo, en la parte de los
pies estaba roto y se veía parte de los zapatos y medias”.
Años más tarde, al presenciar otra exhumación -que
tenía como objeto retirar a la pequeña y pasarla a un nicho con un familiar
directo-, los Sini se sorprendieron ante una primera irregularidad.
“Encontramos que estaban esos huesitos y otra bolsa de huesos grandes que
habían metido en esa fosa”, precisó. “Lo primero que hicimos fue reclamarle al
jefe de sepultureros. ‘Se han equivocado’, nos dijeron, la sacaron y la tiraron
así nomás. Andá a saber, pobre muerto, quién sería”, comentó y continuó: “La
revolearon afuera, a un costado, como si nada. No sé qué fue lo que hicieron
después. Luego cerraron la tumba que quedó sólo con el cajón de mi tío. Eso fue
tres años antes de la pérdida real que la comprobamos a partir de la última
apertura que hicimos”.
Una sorpresa desagradable
En 2013 los Sini tuvieron que enfrentar otra
pérdida y un nuevo funeral. Al momento de despedir al otro hermano del papá de
Eduardo, la familia recurrió nuevamente a la sepultura de Antíoco para unificar
fosas con otros miembros del clan. Fue entonces cuando un nuevo imprevisto
intensificó el dolor por el duelo y lo cargó de ira e impotencia. “Sabíamos que
estaba ahí. Teníamos todos los recibos pagos para sacarlo y hacer la reducción
de cuerpo. Pero no encontramos nada, ni chapa ni cajón; sólo las napas de
agua”, dijo casi con la misma bronca de ese momento.
Quieren una indemnización
Cansados por la falta de respuestas, los Sini
recurrieron a la Justicia para iniciar acciones legales. El primer tramo judicial
osciló entre audiencias sin presentaciones por parte de la Municipalidad y
medidas ordenadas por la magistrada de la causa que nunca se concretaron.
“Actualmente, y ya sin esperanzas de hallar los restos de su tío, Eduardo
intenta reactivar la causa que parece dormir en tribunales. Quiere que la
indemnización no llegue tarde y que su padre de 78 años pueda aprovechar un
dinero. En octubre del 2016 rechazó $25 mil que le ofrecieron desde el
Municipio. “Me tomaron el pelo”, dijo con indignación. (LMCipolletti)
PUBLICADO EL
05-02-2017
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