Piñera ganó las elecciones en Chile con una diferencia clara de nueve puntos


El expresidente Sebastián Piñera logró una victoria muy clara sobre el socialdemócrata Alejandro Guillier y dirigirá de nuevo el vecino país por cuatro años.

Logró más de nueve puntos de diferencia, muy por encima de lo esperado. Su rival progresista, que no logró atraerse a ese 20% de chilenos que apoyaron en primera vuelta al izquierdista Frente Amplio, admitió que era una "derrota muy dura" y llamó a "reconstruir el progresismo". Guillier perdió incluso en su región, Antofagasta. Esta victoria consolida en Chile el giro liberal de la región que arrancó en 2015 en Argentina con la victoria de Mauricio Macri, fiel apoyo de Piñera, tanto que incluso provocó una gran tensión diplomática al respaldarle abiertamente en plena campaña.

Guillier trató de convertir la elección en un plebiscito a Piñera, uno de los hombres más ricos del país, y movilizar el voto anti-derecha como lo hizo Pedro Pablo Kuczynski en Perú contra Keiko Fujimori, pero no lo logró. Ni siquiera hubo una participación más baja. Subió un poco, con lo cual al progresista tampoco le sirve esa excusa. Al contrario.

Piñera logró muchos más votos que en la primera vuelta y le llegaron de todos los frentes, incluidos algunos que apostaron por Beatriz Sánchez, la candidata del Frente Amplio. Las encuestas, que apuntaban un empate técnico, volvieron a fallar. El triunfo del derechista le da una gran fortaleza política.

"Felicito a Piñera por su impecable y macizo triunfo. Debemos aprender la lección, reconstruir una opción solidaria, basada en la igualdad de oportunidades. Hemos sufrido una derrota dura, hay que ser autocríticos. Tenemos que salir a defender las reformas en las que creemos. Vamos a hacer una oposición constructiva, debemos renovar nuestros liderazgos, olvidarnos de tantos palacios, ir a las juntas de vecinos. Me comprometo a trabajar por la unidad y renovación del progresismo. Es una noche triste pero saldremos fortalecidos" clamó rodeado de su familia, sin ningún dirigente de su partido que lo respaldara en la tribuna en esas horas bajas.

"En la primera vuelta tuvimos menos votos de los que esperábamos y en la segunda más de los que esperábamos", sentenció poco después Piñera. Más tarde, en una plaza repleta, el nuevo presidente electo hizo un largo discurso de unidad, moderado, con mensajes de centro, de inclusión social, y sobre todo de rechazo al enfrentamiento. Todo muy alejado del extremismo de derecha que también fue importante para su victoria. "Viva la diferencia, viva el pluralismo de ideas, pero nunca convertirnos en enemigos. Podemos ser adversarios, pero no enemigos", clamó una y otra vez.

En un ejercicio democrático impecable que muestran las formas particulares que distinguen a la política chilena, Michelle Bachelet, la presidenta progresista, llamó a Piñera para felicitarlo y la conversación fue transmitida en directo en televisión. Ambos reconocieron el papel del otro, se desearon lo mejor, prometieron colaboración, y quedaron para desayunar juntos al día siguiente en casa de Piñera. Chile no tiene reelección, pero sí permite volver a presentarse cuatro años después, por eso se ha dado esta extraña fórmula Bachelet-Piñera-Bachelet-Piñera, que van a ocupar el poder 16 años entre los dos. Para redondear ese estilo chileno, Guillier y Piñera comparecieron conjuntamente al final de la noche y se dieron un abrazo ante las cámaras.

PUBLICADO EL 18-12-2017
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