El título se celebró con una alegría medida. Sólo bastó con escuchar a
Marcelo Gallardo y sus jugadores en la zona mixta. Había que ganar la Copa
Argentina, claro. Pero River se había puesto la vara más alta. Todos, desde el
utilero hasta el presidente, se habían puesto como meta ganar la Libertadores y
disputar el Mundial de Clubes.
Por eso mismo, después de la victoria ante Atlético Tucumán y la cena
en el NH Diplomatic de Mendoza, el Muñeco empezó a diagramar el River 2018.
Independientemente de que todavía resta la revalidación de su mandato en las
elecciones del domingo 17, Rodolfo D'Onofrio trabaja junto al mánager Enzo
Francescoli en un tema que en los últimos tiempos resultó polémico. Los
refuerzos, ni más ni menos.
Es que, al margen de esta nueva vuelta olímpica, la séptima del ciclo
de Gallardo, de las incorporaciones de este 2017 hay poco para rescatar. De atrás
hacia adelante hay que decir que Marcelo Saracchi, Enzo Pérez e Ignacio Scocco
le dan un valor agregado al plantel.
Después, son demasiados los desniveles de Javier Pinola; fue un error
contratar a Germán Lux, que ya perdió la titularidad; no genera desequilibrio
Carlos Auzqui y, de acuerdo a su prestación, es posible asegurar que se
invirtió demasiado dinero en el colombiano Rafael Santos Borré. Nicolás De La
Cruz tiene muchos claroscuros. El sábado, jugó muy bien. Es apresurado hacer
una evaluación negativa.
Esta coyuntura obliga a ser más certeros a la hora del casting. Y ya
hubo charlas de Gallardo con los dirigentes de cara al futuro. Por empezar,
está establecido el escenario para la pretemporada. Será del 5 a 17 de enero en
Miami, un destino habitual de River en la era del Muñeco. En suelo
norteamericano habrá un amistoso ante América de Cali. A la vuelta de Estados
Unidos, jugará el Superclásico del verano. No está confirmada la sede, pero
podría ser Mendoza o Mar del Plata. Será una buena medida para la Supercopa
Argentina que enfrentará a los dos colosos del fútbol nacional en una final
después de 41 años.
En el bosquejo de Gallardo para la próxima etapa en el club no es
prioridad, por ahora, la llegada de un arquero. Se equivocó con Lux, al punto
de prescindir de sus servicios, pero no le cortará la cabeza. Será el suplente
de Enrique Bologna, quien se ganó el puesto y empezará el año bajo los tres
palos. Augusto Batalla se irá a préstamo. Quiere jugar y quedó muy relegado. El
tercer portero será el pibe Ezequiel Centurión.
En el fondo no hay lugar. A pesar del bajón que padecen Milton Casco,
Pinola y Jonatan Maidana, el laureado entrenador sabe que pronto tendrá a Lucas
Martínez Quarta y Camilo Mayada, quienes fueron suspendidos por doping. Luciano
Lollo continúa con su recuperación. Hoy, la zona más frágil es la defensa.
Salvo alguna buena oportunidad, difícil será que lleguen más defensores.
La necesidad y urgencia para Gallardo está de mitad de cancha hacia
adelante. Uno o dos volantes ante las posibles salidas del Pity Martínez (lo
pretende Sporting de Lisboa) y Nacho Fernández (lo quiere Sevilla) más un
delantero son los sitios de la cancha que el técnico quiere reforzar. Walter
Montoya siempre está en la lista. Su salida del Sevilla no será sencilla. River
tendría que desembolsar 5 millones de euros. Damián Musto, del Xolos de
Tijuana, también es un jugador de su interés. Arriba, están decididos a ir por
Silvio Romero del América de México. River ya hizo una oferta de 4 millones de
dólares por el 50 por ciento del pase. Lucas Barrios es otra alternativa.
Campeón con Gremio en la Copa Libertadores, quiere un cambio de aire. Lo de
Lucas Pratto, del San Pablo, resulta más complicado.
Nombres, proyectos, ilusiones. Un combo que tiene cuatro objetivos
deportivos para 2018: la Supercopa Argentina, la Libertadores, remontar en la
Superliga y la Copa Argentina, esa que River alzó en Mendoza por segundo año
consecutivo. Y un plus, claro. Afinar la puntería con los refuerzos y volver a
ser un equipo confiable. A fin de cuentas, lo reconoció el propio Gallardo:
"Así como estamos, nos puede ganar cualquiera".
PUBLICADO EL 11-12-2017